Alfred Adler según su corriente de estudio, desarrolló la teoría del complejo de inferioridad-superioridad, hoy conocida como la teoría Adleriana, esta teoría encaja perfectamente para conocer y obtener una explicación sobre el origen de la actitud machista. El individuo machista constantemente vive preocupado por su masculinidad, que esta de alguna manera no se vea disminuida o afectada; creando en la persona una falta de seguridad acerca de la misma o sea un complejo de inferioridad.
Este complejo de inferioridad se va adquiriendo desde las experiencias recibidas por la persona en su etapa de niñez, cuando el hijo se siente de alguna manera inferior física y psicológicamente ante un padre machista, el cual expresa rudeza y hostilidad en el trato con su familia y con él.
El "jefe de hogar" generalmente hombre, y en este caso machista, dirige y educa a sus hijos varones a una mentalidad igual que la suya, en el que llena de privilegios a los varones dándoles un grado de superioridad con respecto a sus hijas mujeres que están llenas de restricciones mostrando así un grado de inferioridad y debilidad ante el varón; los hijos esperan ser tan machos como su padre lo trata de ser.
Este complejo de inferioridad se va adquiriendo desde las experiencias recibidas por la persona en su etapa de niñez, cuando el hijo se siente de alguna manera inferior física y psicológicamente ante un padre machista, el cual expresa rudeza y hostilidad en el trato con su familia y con él.
El "jefe de hogar" generalmente hombre, y en este caso machista, dirige y educa a sus hijos varones a una mentalidad igual que la suya, en el que llena de privilegios a los varones dándoles un grado de superioridad con respecto a sus hijas mujeres que están llenas de restricciones mostrando así un grado de inferioridad y debilidad ante el varón; los hijos esperan ser tan machos como su padre lo trata de ser.
Las madres también en parte contribuyen a formar una mentalidad machista en la familia, ya que al igual que los padres comparten la misma idea de que las hijas deben permanecer bajo el techo del hogar, manteniéndolas así de una manera vigilada, además que tienen la completa responsabilidad de aprender a realizar las tareas domésticas tal o igual que su madre.
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